Reflexiones

Me atrevo a dejarles esta reflexión, en mi humilde opinión, a cerca de la falta de valores y cómo afecta en el aprendizaje y conducta de los alumnos


En mi corta experiencia como docente, me he dado cuenta de que al igual que los hijos, todos los alumnos son diferentes. Aprenden de formas diferentes, vienen de contextos diferentes, y las situaciones familiares/personales, son muy diferentes entre ellos.

Es justamente debido a la diferencia en sus entornos, que cada uno de los estudiantes reaccionan de tal o cual manera.

Yo trabajo en una comunidad no tan alejada de la capital, pero pareciera que la distancia física fuera más extensa debido al tipo de escuela de que se trata, sus instalaciones físicas, tecnológicas, hasta el personal académico.

Lo que quiero decir con lo anterior, es que, no sólo el echo de no contar con las instalaciones adecuadas con un mínimo de tecnología hacen el rezago en los resultados académicos, o la falta de preparación y responsabilidad de algunos de sus profesores que sólo “cumplen” con presentarse en sus horarios. Lo que más les afecta a los alumnos, es la disfuncionalidad de sus hogares y familias. En la comunidad que me encuentro laborando, cerca de la mitad (o posiblemente más) de mis alumnos, son “huérfanos de padres vivos”, es decir, la figura paterna o materna existe, pero no físicamente con ellos, viéndolos crecer, formarse, inculcándoles valores, estando al pendiente de sus necesidades mínimas, etc. Es la abuela, la tía o hasta la madrina, quienes se encargan de esos “hijos huérfanos”. Y las razones por las que sucede esta separación de padres e hijos son numerosas, entre las que más se presentan son por divorcios, el padre o la madre que se va a EUA buscando el sueño americano, el fallecimiento de alguno de ellos, en fin.

A esto le debemos sumar, el factor de la edad de mis alumnos, la pre adolescencia, etapa en que las hormonas hacen de las suyas, y muchos de estos chicos no están en posición o en la mejor actitud (o simplemente no saben cómo) de canalizar todas las emociones que se desprenden. Simplemente se revelan ante algo que no entienden o que no les parece justo estar pasando. Entonces, la escuela se convierte para ellos, en un lugar recreativo, un lugar a donde “ir a dar la vuelta”, un sitio para escapar de su realidad; y lo menos que piensan o que les interesa hacer es estudiar, simplemente van a pasarla bien con sus amigos.

Por otro lado, también están los alumnos cuyos padres sí están físicamente con ellos, pero no los atienden ya que ambos son padres trabajadores. En este contexto, cada quien en su rol está haciendo su parte: los padres trabajar y proveer el sustento para la familia (pero sólo eso); y los hijos ir a la escuela (pero sólo eso), sin obtener el aprendizaje esperado. Son alumnos que sus padres han dejado solos en la enseñanza de valores, en la supervisión de sus tareas y en la convivencia, porque ya son “niños grandes”, siendo que es una etapa en que la vigilancia debe ser más puntual en los hijos, para que los cambios propios de la naturaleza de la pre adolescencia, no les afecten de forma negativa.

Y ya sea por alguna de las situaciones mencionadas, o por las diferentes razones que se podrían estar presentando para que el alumno esté desmotivado y totalmente desinteresado para aprender o desarrollar las habilidades y competencias propias de su nivel académico, surgen los conflictos en la escuela. Los alumnos que sí están interesados en aprender, son boicoteados por el colectivo de alumnos desinteresados, mismos que simplemente, no le permiten al docente trabajar, desarrollar su clase.

El docente debe lidiar con todas estas situaciones, enfrentarlas, y buscar las estrategias para tratar de lograr hacerse escuchar, no sólo por los alumnos interesados, sino también para integrar a esos alumnos “problema” y lograr el aprendizaje esperado en sus alumnos. El docente debe tener muchas habilidades para poder encausar a esos alumnos y tratar de interesarlos y entrar a la dinámica de enseñanza-aprendizaje… no es una tarea fácil. El docente debe hacer uso de sus habilidades de psicología, o adquirirlas sobre la marcha, para tener resultados con un mínimo de satisfacción sobre los resultados esperados.

Es aquí donde hace ruido la falta de infraestructura humana adecuada en las escuelas. Ya que llegan a ser situaciones verdaderamente problemáticas las que se suscitan, producidas por los contextos antes mencionados, que ameritan a profesionales que puedan encausar y darles una orientación positiva a estos alumnos. La mayoría de los maestros no contamos con esos conocimientos, o no los hemos desarrollado aún, de ahí la importancia de contar con profesionales que pudieran estar dándoles solución a un sinnúmero de este tipo de problemáticas en las escuelas. Así como hay maestros que son especialistas en su asignatura, y que no son aptos para impartir otra que no sea de su formación, igual debería existir en cada escuela, o donde se detecten de forma muy arraigada estas situaciones, un profesional competente para resolverlas o encausarlas a otras instituciones, dándoles seguimiento puntual a cada situación, hasta su resolución. Eso sí sería educar de forma integral.

Para todo esto es crucial el apoyo de los padres, ya que en el seno familiar es donde los niños deben ser educados en valores, ya que la escuela enseña y forma en conocimientos.


La escuela no es una “guardería” como muchos padres la ven, tampoco es un “programa de formación de hijos buenos”, eso corresponde a los padres y madres responsables… y debe hacerse en casa.

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